El siguiente cuento que modifique
me inspiro en apoyar a los adultos mayores solos
EL PINTOR DE LAS MARIPOSAS
Erase una vez, un viejecito que vivía en una humilde casita. Los vecinos no sabían casi nada de él; solamente que se llamaba Juan, que no tenia familia ni amigos, que era un Pintor, y que se las arreglaba solo.
Para ganarse la vida, actualmente se dedicaba a retocar mariposas. Existían muchas personas, adultos y niños, que coleccionaban estos bellísimos insectos, en cajas especialmente diseñadas para ello, mientras permanecen colocadas con sus alas extendidas. Cuando por cualquier causa, alguna de estas mariposas perdían sus colores, se la llevaban al Sr. Juan, quien enseguida se los pintaba de nuevo, volviendo las mariposas a adquirir sus bellos colores.
Estaba un día el Sr. Juan, frente a su ventana cuando de pronto comenzó a llover. En esto vio venir una mariposa que agitaba angustiosamente sus alitas por miedo a la lluvia, cobijandose y quedando inmóvil en un rincón de la ventana, como si estuviese muerta.
El Sr. Juan la contemplo con lagrimas en los ojos, pues estaba tan solo, y se había familiarizado tanto con las mariposas, que aquellos minúsculos seres formaban parte de su misma vida. Abrió la ventana y con mucho cuidado tomo la mariposa y la puso en la palma de su mano. Al ver, que vivía todavía, encendió una vela para secarla, y pudo apreciar que sus alitas, producto de la lluvia, habían perdido gran parte de sus colores.
Poco a poco, la mariposa se fue reanimando, y al verla, el anciano pintor le dijo: “No importa mi mariposilla que la lluvia te haya maltrado ¡Ya veras que alas más bonitas te voy a pintar!”. Y así, delicadamente, Don Juan le fue pintando las alitas con los más bellos matices del arcoiris. Cuando termino de pintarla, la mariposa extendió sus alas con orgullo y dio varios vuelos por la habitación, como despidiéndose, y salió por la ventana al aire libre , donde el Sol ya lucia nuevamente.
Al día siguiente estaba el Sr. Juan frente a su mesa de trabajo, cuando al alzar la vista vio que tres mariposas revoloteaban con insistencia ante a los cristales de su ventana, como si quisieran entrar. De inmediato Don Juan le abrió su ventana, y las mariposas de inmediato entraron y se fueron a posar sobre su mesa, entre los tarritos de colores y sus pinceles. El Sr. Juan puso manos a la obra….y al poco rato, con sus nuevos vestidos de galas, radiantes de contentas, salían por la ventana tres lindas mariposas. A partir de entonces, raro era el día que el anciano no recibía la visita de tres o cuatro mariposas, que acudían a él para que la engalanase como a sus compañeras. Don Juan estaba contentísimo con esta nueva aplicación de su arte: “ Que feliz Soy”, se decía, “esto me compensa de todas mis amarguras”.
Con el paso del tiempo, el Sr. Juan, aunque se sentía feliz, su salud se fue desmejorando poco a poco.
Un día, tocaron a su puerta, pero nadie contestó. El Sr. Juan había muerto.
Como el Sr. Juan no tenía familia, y era tan pobre, el servicio municipal se ocupo de su entierro. Cuando llevaban sus restos al lugar de su eterno descanso, ninguna persona lo acompañaba, excepto una mariposa, que se habia posado encima del ataúd en el momento de partir. A medida que avanzaba el carruaje, millares y millares de alegres mariposas, todas ellas de bellísimos colores, engalanaron el coche fúnebre que conducía el cuerpo del Sr. Juan. Nunca se había visto en la ciudad un entierro tan maravilloso, el anciano pintor recibía así, el tributo y agradecimiento de las mariposas y fue enterrado con todo esplendor.
Fin
“ Siempre tiene uno algo que dar, no dejemos solos a nuestros Adultos Mayores, ellos necesitan de nuestra compañía, comprensión y apoyo”